Adoración y Sermones

Cambiando Conductas y Corazones a ser Amigos de la Tierra

042422 Pascua 2 Domingo de la Tierra

Cambiando Comportamientos y Corazones a ser Amigos de la Tierra

El sermón empieza en el minuto 17:40 del video

Jer. 14:2-5; Salmo 148; Rom. 8:23-24; Apoc. 21:1-5; Juan 1:1-2, 14; 20:20, 24-25, 26-29

       No es fácil cambiar los malos hábitos. No importa cuántas imágenes se muestren de personas con cuerpos decrépitos debido al cáncer causado por fumar, mucha gente continúa fumando. A pesar de los reportes que muestran que más del 80% de las personas hospitalizadas con Covid no están vacunadas, las personas aún se niegan a vacunarse. A pesar de los informes que dicen que todavía podemos salvarnos de los peores impactos del cambio climático si actuamos ahora y dramáticamente, y a pesar del crecimiento exponencial de huracanes, tornados, inundaciones, y sequías, no queremos cambiar nuestros hábitos de maneras que podrían incomodarnos para reducir nuestra huella de carbono.

    ¡Al menos somos consistentes! Estadísticas, imágenes, y lógica; inspirar, rogar, y provocar miedo. Nada de esto basta para motivarnos a cambiar nuestros hábitos. En este Domingo de la Tierra, debemos preguntarnos, ¿qué se necesitará? Los nativos americanos y otras culturas marginales han mantenido comportamientos y creencias que protegen y nutren la tierra. ¿Qué los hace diferentes? Veo dos cosas: 1. esas culturas siguen reflexionando sobre lo que ven a su alrededor, y 2. escuchan a los ancianos que han adquirido sabiduría a lo largo de muchas generaciones. Por esas y otras razones, han resistido la tentación de perseguir beneficios aparentes que terminan con costos imprevistos.

       Y esos costos imprevistos son a menudo con lo que estamos lidiando, ¿verdad? Los avances en la química, la mecánica y la tecnología diseñados para mejorar nuestras vidas y hacerlas más fáciles terminan contaminando el medio ambiente. Misioneros cristianos que tratan de salvar a las personas cambiando sus creencias terminan dividiendo o destruyendo sus culturas. Agencias de desarrollo que llegan a comunidades que consideran primitivas para mejorar sus vidas terminan haciéndolas más vulnerables.

    Y no es solo un problema moderno. El profeta Jeremías describió cisternas vacías por falta de agua, y el apóstol Pablo habló del gemido de la creación. La sabiduría de los ancianos que atiende a esos gemidos también es antigua. Mira al mundo de maneras que nutren la tierra en lugar de destruirla. Ve a toda la creación siendo sana y salva; no solo a los humanos. El salmista lo expresó claramente: Alabado sea Dios desde la tierra, monstruos marinos y profundidades; fuego y granizo, nieve y niebla, viento tempestuoso, haciendo la voluntad de Dios; montañas y colinas, árboles frutales y cedros; bestias salvajes y ganado, cosas rastreras y pájaros alados.

      Ya que el Domingo de la Tierra cae en la temporada de la Pascua, debemos ver que la resurrección es para toda la creación. Pablo nos recuerda que las primicias de la resurrección incluyen la redención de todo el cosmos. El libro de Apocalipsis describe la Nueva Jerusalén bajando del cielo a la tierra. La creación comenzó en un jardín idílico y su futuro será una ciudad que sostenga la vida. Las promesas de Dios son para todas las criaturas de la tierra. Una teóloga franciscana (Ilia Delio), pregunta: ¿Dónde está este Cristo resucitado? en ti, tu vecino, el árbol de cornejo afuera, la vid de uva, las hormigas apareciendo a través de las grietas.

       Esto no es lo que aprendí en el seminario. A mí me enseñaron que los humanos eran las únicas criaturas que a Dios le importan. Todo lo demás es solo alimento para nuestro sustento y disfrute: ¡animales, plantas, sol, agua y tierra! Nos han enseñado a dominar la creación. Mi teólogo favorito (Walter Brueggemann) ofrece un correctivo: El dominio aquí ordenado se refiere a los animales. Es el de un pastor que cuida y alimenta a los animales. La tarea del dominio no tiene que ver con la explotación y el abuso, sino con asegurar el bienestar de todas las demás criaturas y llevar la promesa de cada una a buen término. El papel de los humanos es velar por que la creación se convierta en la creación que Dios desea.

       Pero no basta aprender la sabiduría antigua para cambiar hábitos. Yo leí a esas palabras hace décadas y mi conducta todavía no nutre la tierra suficientemente como para responder a la crisis. Cambiar la mentalidad no es suficiente. Los corazones deben cambiar. Muchos se están dando cuenta de que el corazón de los nativos americanos que latan con la creación podría tener una clave importante para sanar este mundo. Una pastora luterana, (Carmen Retzlaff) reflexionando sobre el Evangelio, muestra cómo los corazones de los nativos americanos que laten con la creación pueden abrirnos a una conexión importante entre el Logos al comienzo del Evangelio de Juan y el Cristo en la historia de Tomás. Por eso incluí ambas partes hoy.

       A medida que el Evangelio se mueve desde el Logos presente en la creación al Cristo encarnado con Tomás, nos damos cuenta de que el mismo que salva a Tomás, y a nosotros, se preocupa por toda la creación. Pero debemos abrazar tanto en el don de la creación de Dios como en la destrucción que hemos causado en ella. Eso incluye las partes visibles y las invisibles. El oxígeno no es visible, pero está ahí. La contaminación de la atmósfera por productos químicos no siempre es visible, pero debemos reconocer que está ahí para actuar para cuidar y reparar el daño que causamos.

       Después de que Tomás ve a Jesús y confiesa su fe, Jesús dice: Bienaventurados los que no han visto y sin embargo creen. Así es. Pero los científicos en 2022 están de acuerdo con Tomás y con Jesús. Si bien saben que todavía hay muchas partes de la creación que son invisibles, y que debemos estar abiertos para descubrirlas, también insisten en que verlo por nosotros mismos lo hace más real. En 2022, podemos ver mucha de la destrucción que hemos causado en la creación con los ojos. Una vez que Tomás vio y tocó las heridas de Jesús, creyó. ¿Nosotros tenemos la fe de Tomás para girar nuestros corazones y nuestra conducta hacia la tierra después de ver sus heridas?

       Tal vez si permitimos que la sabiduría de los nativo americanos abra nuestros ojos para entender el mensaje de que el Logos presente en la creación es el mismo que nos encuentra en la intimidad de nuestros aposentos altos, podremos decir con Tomás: ¡Mi Señor y mi Dios! y encontrar el poder para sanar el planeta. Unámonos a ellos para ser personas que reflexionen sobre lo que vemos a nuestro alrededor y escuchen las verdades aprendidas por ancianos sabios a lo largo de muchas generaciones.

 

 

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