070421 Pentecostés 6 Iniciaciones a una Vida de Gracia
El sermón empieza en el minuto 16:25 del video
2 Corintios 12:2-10; Marcos 6:1-13
Uno de los impactos del último año de las pandemias de COVID y del racismo es que cada vez que llegamos a una día feriado, tenemos que preguntarnos cómo verlo diferente. Lo hicimos para el Día de los Caídos en mayo, y hoy lo hacemos con la celebración de la independencia el cuatro de julio. Las palabras independencia y libertad son términos controversiales en estos días. Algunos dicen que la libertad les da el derecho a no usar mascarilla, o a no vacunarse, o a reclamar fraude electoral sin pruebas por el mero hecho que pueden puedan, o a participar en un ataque armado contra el capitolio. ¿De dónde viene esto, a dónde va y cómo lo podemos sanar?
El testimonio de Pablo de haber sido llevado hasta el tercer cielo me recordó a una reflexión que escuché en enero sobre la insurrección del 6 de enero en el Capitolio. Habló del tipo que se vistió de chamán, que se sentó en el escritorio del presidente del Senado y dijo rezó en voz alta. Dijo que demostraba que la división principal en el cristianismo ya no es entre conservadores y liberales. Es más complejo ahora. Hay que incluir a los que no están afiliados con ninguna religión. Ese grupo representa alrededor del 26% de la población, y es el que está creciendo más rápido. Muchos de ellos se consideran espirituales, pero no religiosos. Una gran franja de ese grupo está muy interesada en el misticismo y las formas precristianas de religión. Pero entre ellos hay una gran división. Un lado nutre su compromiso a formas más tradicionales del cristianismo con esos elementos precristianos. De hecho, algunos de nosotros compartimos algunos de esos valores. Este es un lado.
Pero hoy en día hay otro lado. Desde Trump, muchas personas atraídas por los símbolos precristianos son supremacistas blancos, incluidos los miembros de QAnon y otras teorías de conspiración. El tipo chamán es uno de ellos. ¿Será que otros de los insurrectos también forman parte de los espirituales, pero no religiosos? Si es así, es una nueva división peligrosa en el cristianismo.
Pablo sabía que su testimonio sobre su experiencia fuera del cuerpo sonaba fuera de lo común. Por eso lo contó en tercera persona. Es parte de una sección más larga de la epístola sobre sus credenciales como apóstol. Algunos los cuestionaban porque él no había conocido a Jesús en la carne. Unos maestros llegaron a Corinto con enseñanzas que diferían de las de Pablo. Según ellos, su enseñanza representó al verdadero Jesús, y la verdadera tradición apostólica. Dijeron que Pablo estaba equivocado.
Para defender sus credenciales apostólicas, Pablo tuvo que encontrar un balance tenue. No quería parecer arrogante. Pero tampoco quiso aceptar la acusación de que carecía de autoridad apostólica. Así que se jactó de su debilidad. Con hábil retórica, describió tanto sus credenciales como sus debilidades. No se jactaba de sus credenciales porque no quería explotarlas; solo los mencionó como hechos. En cambio, se jactó de su debilidad, específicamente de una espina en la carne. Entendió la espina como una forma de mantener su arrogancia bajo control. Ese podría ser un consejo útil para aquellos que están enamorados de algunos de los líderes exóticos de estos nuevos movimientos religiosos y políticos: Mucho ojo con los que dicen que han tenido experiencias excepcionales, pero no reconocen su espina en la carne. Son los más peligrosos, porque la gente es muy susceptible a sus engaños. ¡Muchos quieren creer que las experiencias excepcionales y las sanidades milagrosas son posibles, y que no les costará mucho! Cuando los líderes presentan una imagen que apoya esa fantasía, la gente quiere creerles. ¿Sería por eso que muchos están atraídos a los teorías de la conspiración?
¿Cuántos tenemos partes de nuestras vidas que no nos gustan? Le hemos pedido a Dios que nos las quite. Ser gordo o flaco, ser negro, blanco o moreno, tener una discapacidad, ser demasiado pobre o rico. Las espinas en la carne vienen en muchas formas. Pablo dice que esas pueden ayudarnos a no ser tan arrogantes. Habla sobre el peligro de jactarse de credenciales y experiencias exóticas. En cambio, él se jacta de sus debilidades. La verdad espiritual es que cuando somos débiles, somos fuertes. Una celebridad a menudo se presenta como fuerte, y es famosa durante su vida. Los héroes generalmente no son exaltados por encima de los demás durante su vida. Suelen tener tanto críticos como seguidores. Sus espinas están ahí para que todos las vean. Sus espinas moderan la adulación de la gente.
Por supuesto, muchos de nosotros nos pasamos de la borda aquí: nos tomamos nuestras propias espinas, y las críticas de otras personas demasiado en serio. Nos encogimos, y no cumplimos con nuestro llamado en la vida porque no creemos ser lo suficientemente buenos. Jesús encontró resistencia en la multitud de su pueblo natal, porque lo conocía demasiado bien. Eso lo llevó a pronunciar la frase que se ha vuelto tan común: Los profetas no están exentos de honor, excepto en su ciudad natal, y entre sus propios parientes, y en su propia casa. Pero no siempre recordamos esa verdad cuando nos critican, de afuera o de adentro. No creemos que podamos ser proféticos o heroicos. Cuando eso sucede, no hay mucho espacio para los milagros de fe. En Nazaret, Jesús no pudo obrar ningún milagro, salvo algunos. Su falta de fe lo angustiaba.
En la tradición de tantos otros profetas reacios, usamos nuestra debilidad como excusas en lugar de oportunidades para que Dios muestre gracia. Soy demasiado joven, demasiado desprevenido, demasiado viejo, demasiado débil y pecaminoso, demasiado ocupado y preocupado, demasiado feo, demasiado amable. Ojalá que pudiera volar a un lugar lejano y a una época diferente, disfrazado, armado con una retórica conmovedora y una virtud brillante. Ojalá pudiera lograr que mi jefe me escuchara. Entonces, yo podría profetizar. Pero aquí no. Ahora no. Yo no.
Jesús pudo haberse sentido débil cuando sus exvecinos se burlaron de él cruelmente sobre su poder y sus logros. Ellos rechazaron a él y su mensaje, y eso debilitó su poder para sanarlos. Aceptar que la gracia de Dios sea suficiente no significa que pueda superar la resistencia o una discapacidad. Mas bien, dice que podemos estar bien aún con ellos. Jesús encontró el equilibrio: no era jactancioso, y sabía que podía y debería de cumplir su misión.
Jesús quería que los discípulos también supieran eso. Así que los envió a un viaje donde enfrentarían la resistencia y no tendrían recursos suficientes aparte de la gracia de Dios. Fue una iniciación – una misión de entrenamiento –– para experimentar la necesidad de tener fe en la suficiencia de Dios. No estaban siendo entrenados para atacar y defender, sino para sanar y respetar, para sacudir el polvo de sus pies. No significó que siempre tendrían que vivir así. Jesús sabía que todos necesitan al menos una experiencia para convencerlos de esa verdad. Las culturas indígenas saben lo mismo. Hacen iniciaciones y ritos de paso que exponen al iniciado a la amenaza de muerte para sanarlos de una vez por todas del miedo a la muerte.
¿Ha perdido el cristianismo el poder detrás de sus rituales al centrarse más en la protección y la salvación que en la fe y la valentía? El bautismo, la comunión, la confirmación y el matrimonio son sacramentos, nuestros ritos de paso. En sus mejores expresiones, tienen el poder de infundir la fe y la valentía en la gente. Pero la iglesia ha presentado la comisión y la llamada a la misión como algo excepcional y heroica, en lugar de ser normal y común. No se espera que la mayoría de nosotros llevemos valientemente nuestras espinas en la carne. Pocos son desafiados a salirse del rango habitual de compromiso para lograr algo transformacional. La forma en que practicamos los sacramentos hoy en día es demasiado antiséptica para darnos la valentía de vivir de una manera que corre el riesgo de la muerte.
¡Con razón que tanta gente busque rituales en otros lugares! Debemos restaurar el poder de nuestros sacramentos. A lo mejor debemos tomar un viaje como los discípulos para encontrar el espacio donde solo la gracia de Dios es suficiente. Qué Dios nos bendiga con debilidad para encontrar nuestra fuerza.
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