120521 Adviento 2

El Fuego que Esperamos y El Fuego que Recibimos

Mal.3:1-4; Fil. 1:3-11: Lucas 3:1-6

  ¿Qué esperamos de Dios? La profecía de Malaquías – el mensajero de Dios vendrá como fuego purificador, no sorprendería a la mayoría de la gente; es lo que esperan. Puede que no sea lo que quieren de Dios, pero es lo que esperan, porque se ajusta a la dura imagen de Dios con la que la mayoría crecemos. Por siglos después de la profecía de Malaquías, la gente asumió que el día de la venida de Dios sería como Malaquías predijo: el Señor a quien busca vendrá repentinamente al templo. Pero, ¿quién puede soportar el día de su venida? El hecho de que pasara tanto tiempo antes de que algo así sucediera no disminuyó su expectativa.

   Así que, cuando Juan vino y dijo que el hacha ya está pegando la raíz de los árboles; cada árbol que no da buenos frutos es cortado y arrojado al fuego, la gente apresuraba para escuchar su mensaje, a pesar de que les amenazó con ser arrojado al fuego. Por fin, el fuego purificador había llegado. No hacía atractivo acercarse a ese Dios. Sin embargo, es lo que la mayoría de la gente esperaba del Dios que imaginaban.  Los pasajes del Nuevo Testamento dan una imagen muy diferente de Dios y del mensajero que viene a hacer el anuncio.

  • Zacarías, el padre de Juan, canta a un Dios que ha venido a liberar al pueblo de las manos de nuestros enemigos, libre de adorar sin temor. El Mensajero anunciará la salvación mediante el perdón de sus pecados. En la entrañable compasión de nuestro Dios, el amanecer brillará sobre aquellos que habitan en las tinieblas y guían nuestros pies hacia el camino de la paz. ¿Qué clase de fuego se parece a la tierna compasión?
  • Pablo escribe a los filipenses que el que comenzó una buena obra en ti la completará para el día de Jesucristo. Muchos profetas habían hablado sobre el Día que se avecinaba como algo temeroso. Pablo llama a ese día el Día de Jesucristo. El fuego prometido concluiría el proceso de hacer que la gente fuera completa para ese día. ¿Qué tipo de fuego se parece a completar un buen trabajo?
  • Finalmente, Lucas cita a Isaías para hablar de valles que se llenan, montañas que se bajan, caminos torcidos que se hacen rectos y caminos ásperos que se hacen lizos, y toda la carne viendo la salvación de Dios. ¿Qué tipo de fuego se parece a todo eso?

Recientemente aprendí una frase que se está utilizando por varios grupos para describir este tipo diferente de fuego: fuegos de compasión. Hay movimientos espirituales, movimientos ecológicos y movimientos para recuperar los valores indígenas que ven los fuegos de compasión como la energía que impulsa su ser; hay iglesias cristianas comprometidas con los pobres que escriben canciones sobre los fuegos de compasión; hay prácticas de yoga que cultivan ese fuego; e incluso negocios que usan la frase para describir su trabajo. Los fuegos de compasión en cada una de estas expresiones están arraigados en antiguas tradiciones, donde el fuego era una parte central de la vida de la comunidad. El fuego era visto como una parte sagrada de la creación, no sólo una fuerza inanimada para ser domesticado.

   Y, al igual que otros elementos como el agua y el viento, el fuego trae tanto vida como muerte, limpieza como desastre, purificación como destrucción. La vida, la purificación y la limpieza que traen no siempre son agradables. Y la muerte, la destrucción y el desastre son a veces pasos necesarios en el camino hacia la plenitud. Recuerdo hace veinte años, después de la muerte de mi madre, que me sometí a un proceso de sanidad emocional. En varios momentos del proceso, el sanador me preguntaba si estaba listo para enfrentar el fuego. Yo no tenía ni idea de lo que quería decir, pero yo quería ser sanado. Él dijo que la sanidad solo estaba disponible al otro lado del fuego. Así que dije que sí, sin saber realmente lo que significaba.

Ahora entiendo mejor a lo que se refería como fuego. Hoy lo que tengo que decidir es si estoy listo y dispuesto a enfrentarlo. Ya entiendo que enfrentar el fuego significa enfrentar mis miedos para darme cuenta de que hay vida al otro lado de ellos. Entiendo que enfrentar el fuego significa exponer mi vergüenza a la poderosa fuerza del perdón para descubrir que no seré rechazado por lo que me avergüenzo. Y soy consciente de que enfrentar el fuego significa aceptar mi culpa y hacer las disculpas y enmiendas necesarias para reconciliarme y sanar. Quiero la vida, el perdón, la sanidad y la reconciliación al otro lado del fuego. No siempre estoy seguro de estar listo y dispuesto a enfrentar el fuego que es parte del proceso de llegar allí.

¿Qué prácticas podrían ayudarnos a comenzar el proceso de enfrentar el fuego? A fin de cuentas, de eso se trata el Adviento, ¿verdad? ¿Preparación? Preparen el camino del Señor. Pero debemos reconocer que, a menudo, el fuego llega así no más, si estamos listos o no. Mientras tanto, o esperamos a que llegue el fuego sin prepararnos, o enfrentemos el fuego a lo largo de la vida. Incluso si creemos que el fuego esta vez va a ser un fuego de compasión como lo describen Zacarías, Pablo y Lucas, no significa que el fuego será manso. Un guía espiritual (Ken Wilber) lo expresa de manera poco elegante, “La verdadera compasión patea el trasero y toma nombres y no es agradable en ciertos días.”

Así que nos corresponde prepararnos para el fuego antes de que venga el fuego grande. Podemos practicar con fuegos más pequeños. Cuando experimentamos emociones difíciles como el dolor y el miedo, una forma que toma el fuego es la valentía, una cualidad tradicionalmente asociada con el fuego. ¿Qué pasaría si imagináramos un fuego de compasión en lugar de un fuego purificador para hacer ese trabajo? Recuerda, todavía es caliente; de ninguna manera es manso. Pero podríamos comenzar a cultivar la valentía con el fuego haciendo algo tan tradicional como encender la corona de Adviento; o meditar en el fuego que siempre está encendida sobre el tabernáculo donde se guarda el sacramento de reserva; o simplemente sentarse frente a una fogata y mirar las llamas. Cualquiera de esas prácticas accesibles puede arrancar el fuego que puede sanarnos. Puede parecer al principio que el fuego se ha apagado o que solo hay una llamita, pero con paciencia y persistencia esa llama nos preparará para enfrentar los fuegos más grandes cuando lleguen.

   Escuché una canción esta semana llamada Los Fuegos de Compasión que podría servir como una oración para dar algunos pequeños pasos: Señor, enciende un fuego de compasión; una llama que arde fuerte por los pobres, un amor que mueve los corazones a la acción. Oramos que venga tu reino; deja que tu amor y tu justicia besen la tierra… Clamamos por la justicia; clamamos por la paz; clamamos por la misericordia; clamamos por la sanidad; clamamos por la liberación.

Hay otra canción que cantamos aquí la semana pasada que exhorta que va en la misma dirección: Abre tu tienda al Señor; recíbelo dentro y escucha su voz. Abre tu tienda al Señor, prepara tu fuego, que llegue el amor. No es una mala invitación al Adviento.