010222 Navidad 2

Enfrentando el Futuro con los Ojos del Corazón Abiertos

Efesios 1:3-14; Mateo 2:13-15, 19-23

 

       Cuando yo trabajaba con comunidades marginales en México, las invitamos a imaginar cómo querían que fueran sus comunidades en el futuro. Por los general esa parte era fácil porque lo que les faltaba y lo que no les gustaba de su situación actual eran obvios. Pero cuando empezamos a planear cómo llegar a ese futuro, y miramos los recursos y obstáculos que para hacerlo, ya no era tan clara. Era fácil ver los obstáculos que se interponían en el camino por todas partes. Pero les costó mucho más ver los recursos disponibles para alcanzar su objetivo. Cuando sugerimos algún recurso, no lo veían como algo que podrían usar para superar los obstáculos para llegar al futuro que querían.

    Me acordé de esa experiencia al leer el pasaje de Efesios: Ruego que, con los ojos de su corazón iluminados, conozcan la esperanza a la que Dios les ha llamado, cuáles son las riquezas de la gloriosa herencia de Dios entre los santos, y cuál es la inconmensurable grandeza de su poder para nosotros que creemos. Pablo oró para que pudieran reconocer los recursos que ya tenían. Justo antes de esa oración, Pablo enumeró algunos de esos recursos: la adopción como hijos de Dios, el perdón, el plan final de Dios de unir todas las cosas, una herencia,

y el Espíritu Santo que garantiza esa herencia.

       Nada de eso era teórico. La iglesia de Éfeso enfrentaba profundas divisiones, y no sabía cómo encontrar la unidad. Solo vieron obstáculos para lograr esa unidad: la enemistad entre gentiles y judíos, las pasiones de su carne que parecían trabajar en contra de estar vivos en Cristo, el desafío de distinguir la mentira de la verdad entre todas las palabras vacías que circulaban, y los conflictos en el hogar sobre hasta dónde llevar las libertades individuales.

       Algunos de ustedes recordarán que yo digo parte de esa oración sobre los que vienen a celebrar su cumpleaños en la iglesia al comenzar un nuevo año de vida: que se abran los ojos de su corazón. Por supuesto, cuando digo la oración, es por un individuo. Pero hay que recordar que la la Biblia se dirige más a comunidades que a individuos. Hoy, cuando las comunidades humanas están comenzando un nuevo año, sería bueno preguntar: ¿Qué significa abrir los ojos del corazón de nuestra comunidad? Más concretamente, ¿qué obtenemos cuando abrimos los ojos de nuestros corazones?

     Efesios enumera tres resultados de un corazón abierto:

  1. conocer la esperanza a la que Dios les ha llamado.
  2. conocer las riquezas de la gloriosa herencia de Dios entre los santos.
  3. conocer la inconmensurable grandeza del poder de Dios para nosotros que creemos.

¿Cómo nos ayuda este conocimiento? Saber que el plan al que Dios nos llama es unir todas las cosas en la creación nos ayuda a mantener la esperanza cuando todo lo que vemos es división. Saber que somos herederos de la creación de Dios nos ayuda a querer cuidar de nuestra herencia de la misma manera que cuidaríamos el coche que nuestro abuelo nos dejó en su testamento. Saber cuánto poder ejerce Dios a favor nuestro nos ayuda a decir la verdad a aquellos que reclaman un poder inapropiado sobre nosotros. Orar para que podamos seguir recordando esas cosas sería una buena resolución al comienzo de un nuevo año.

      Ahora, viendo el Evangelio vemos cómo se ve esto en este momento histórico específico. Las comunidades con las que trabajé en México sabían lo que querían ser, y sabían lo lejos que estaban de ser así. El problema con los Estados Unidos es que ya cree ser lo que quiere ser sin ser honesto sobre lo que le impide llegar allí y cuáles son sus verdaderos recursos para avanzar. Los EEUU llama a sí misma una ciudad situada en una colina como si ya fuera esa ciudad bíblica.

       Piensa que puede ser la Ciudad situada en esa colina sin enfrentar a los obstáculos. Así que no se arrepiente de los pecados que le han traído a donde está. Muchos quieren eliminar los mismos recursos que son la única manera de llegar allí. La generación actual de inmigrantes lleva las semillas de una nueva vida para el sueño; pero no pueden ver eso porque olvidan que trajeron inmigrantes de África que los consideraron menos que humanos. Tampoco reconocen el recurso que existe en los pueblos indígenas de esta tierra que podría corregir tantos errores que les impiden de llegar a la meta porque sus antepasados masacraron a la mayoría de ellos. No quieren enfrentarse a su vergonzoso pasado. Yo sé que la mayoría de ustedes emigraron a este país y sus antepasados no participaron en estos crímenes. Pero ahora que viven aquí, sufren las mismas consecuencias y deben entender esta historia.

      La semana pasada, la Corte Suprema de Rusia ordenó el cierre de Memorial International, la organización de derechos humanos más antigua del país y el principal cronista de crímenes masivos cometidos bajo la Unión Soviética. Acusaron a Memorial ser una herramienta de gobiernos extranjeros. Pero un fiscal que preguntó: “¿Por qué, en lugar de enorgullecerse de nuestro país, sugieren que nos arrepintamos de nuestro oscuro pasado?” Eso llevó a un noticiero aquí a comparar ese argumento a los pleitos sobre cómo enseñar las historias de origen de este país en las escuelas.

     El Evangelio de hoy ofrece una corrección de curso tanto para Rusia como para estados Unidos con un enfoque sanador para enfrentar sus historias. Mateo contó dos historias para ayudar a su generación a enfrentar los obstáculos y reclamar los recursos para llegar a su tierra prometida. La huida de la familia de Jesús a Egipto evoca los propios comienzos de Israel. En muchos momentos de la historia de Israel, como en la historia de cualquier nación, la gente olvidó sus orígenes. En el caso de Israel, olvidaron sus humildes comienzos como esclavos, y la mano de Dios para liberarlos. En el caso de este país, se olvida cómo los antepasados masacraron y esclavizaron a poblaciones enteras para obtener lo que tiene. Necesita volver a contar sus versiones de las historias como la huida a Egipto que les recuerdan de dónde vienen para poder eliminar los obstáculos hacia su tierra prometida.

       La historia sobre la Matanza de los niños logra un propósito similar. Herodes ordenó la matanza de niños porque temía perder el poder si surgía un nuevo rey, como los reyes magos le habían avisado. Esa reacción recuerda a sus lectores del origen de Moisés en el palacio del Faraón. El faraón creó una política de matar a todos los bebés hebreos varones debido al temor de que los hebreos pudieran levantarse contra sus señores egipcios. Así como Moisés fue una excepción poco probable a esa política, así el escape de Jesús de Belén fue una excepción a la brutal matanza de Herodes. La diferencia era que Jesús fue el blanco de la matanza de Herodes, mientras que Moisés fue una excepción afortunada a la de Faraón.

       Leer la historia de Mateo nos obliga a preguntarnos cuántas políticas que se proponen en este país surgen del mismo temor de que otros grupos raciales están comenzando a superar en número a los blancos. La resistencia a enseñar partes vergonzosas de la historia en las escuelas proviene en parte de ese miedo. Hasta hace poco, era difícil para los estadounidenses imaginar un orden despótico de genocidio como el de Faraón o Herodes porque han creído que las autoridades actúan para proteger a los ciudadanos. Lamentablemente, ya no es tan difícil de imaginar. 2022 no comienza con las mismas suposiciones que los años anteriores tuvieron para muchos estadounidenses. De hecho, el LA Times de ayer propuso tres resoluciones para Estados Unidos en 2022. Son diferentes a las resoluciones de años anteriores. Pero cualquiera que preste atención no cuestionará que es necesario lograr estos tres proyectos: 1. Hacer lo máximo con el cambio climático. 2. Salvar la democracia. 3. Vencer COVID y proteger la ciencia.

       Nunca encontraremos valentía para enfrentar nuestras historias de origen a menos que primero abramos los ojos de nuestro corazón a la verdadera historia de nuestro origen. La esperanza a la que hemos sido llamados, las riquezas de nuestra herencia y el poder de Dios – esa es nuestro origen. Sabiendo esto, podemos enfrentar la parte vergonzosa de nuestra historia. Esas no nos definen, aunque son parte de nosotros. Una vez que sabemos quiénes somos en Cristo, podemos incorporarlos a nuestra historia sin destruir nuestra dignidad. ¿Podemos comenzar este año con los ojos de nuestro corazón abiertos para lograr la sanidad necesaria para restaurar nuestra comunidad? Espero que sí.