052321 Pentecostés Liberación de la Religión Tóxica

El servicio empieza en el minuto 5:35 y el sermón en 24:50 del video

Juan 15:26-27, 16:4b-15

        Esta semana he estado muy molesto por el daño que provoca la religión tóxica. Se ha manifestado al nivel interpersonal, así como al nivel mundial. ¿Cuántas guerras más se librarán entre judíos y musulmanes, protestantes y católicos, musulmanes e hindúes debido a la religión tóxica? ¿Por cuánto tiempo más la religión tóxica va a producir personas tóxicas, que hacen daño emocional a los demás con su religión equivocada? Hay tanta religión tóxica que las personas no religiosas a menudo son más saludables que las personas religiosas; y muchas veces están más cerca de la verdad y el amor. Como pueden ver en las banderas e imágenes rojas en la iglesia hoy, Pentecostés celebra la venida del Espíritu. Las imágenes son de fuego, viento y palomas. Pero el Espíritu que Jesús envía es el Espíritu de verdad y amor.

       El Evangelio de hoy identifica tres falsedades que el Espíritu expone en la religión tóxica: cuando llegue el Espíritu, ella probará que el mundo está equivocado en cuanto al pecado, la rectitud y el juicio. Es imperativo que recordemos esta enseñanza, porque no sólo afecta a las personas religiosas, sino también a aquellos que han rechazado la religión debido a su toxicidad. Mucha gente rechaza la religión por sus errores sobre estos tres temas, de los cuales supuestamente saben mucho.

       La batalla entre la religión tóxica y la verdad liberadora se vuelve aún más peligrosa y destructiva cuando alcanza los niveles institucionales y culturales. Uno de esos campos de batalla es la naturaleza. Algunos usan la religión para decir que los seres humanos tienen el derecho a dominar el orden creado. La epístola y el Salmo de hoy confirman que la toxicidad se extiende a toda la creación – toda la creación ha estado gimiendo con dolores de parto hasta ahora. En el Evangelio de Juan, Jesús está preparando a los discípulos para la oposición: Les sacarán de las sinagogas. De hecho, se acerca una hora en que los que te matan pensarán que, al hacerlo, le están haciendo un favor a Dios.(16:2) Ese aquí donde Jesús habla sobre el Espíritu Santo para demostrar que el mundo está equivocado sobre el pecado, la justicia y el juicio.

       Muchos, si no todos, nosotros ya hemos rechazado la visión tóxica de la religión. Es bueno. Pero también a menudo no conocemos lo suficiente las Escrituras como para entender que lo que rechazamos es lo que Jesús también rechazó. A veces pensamos que, si no sabemos responder a las acusaciones que gente tóxica nos lanza, estamos rechazando alguna verdad religiosa importante

       El Espíritu de Pentecostés viene a confirmar la gracia radical de Jesús, al sorprendernos precisamente sobre el pecado. ¿Cómo se equivoca el mundo sobre el pecado? Muchos dicen que Jesús denunció al mundo por no tomar el pecado lo suficientemente en serio. Pero ¿cómo lidia Jesús con el pecado? ¿Recuerdan a la samaritana que tuvo que tomar agua al calor del día para evitar un encuentro incómodo con las otras mujeres de la ciudad, que juzgarían sus fracasos morales? Jesús respetó sus profundas heridas en vez de juzgar sus fracasos morales. La gente de la ciudad cambió su punto de vista rápidamente cuando los llevó a escuchar a Jesús. Tal vez todos ellos también necesitaban que se les respetaran sus heridas.

       La manera en que Jesús trata a las personas muchas veces ofende al mundo. El mundo lo rechaza porque no toma el pecado lo suficientemente en serio, especialmente el pecado de otras personas. El mundo no acepta que Jesús perdone los pecados tan fácilmente. Muchas veces, Jesús perdonó a los pecadores antes de que se arrepintieran, o incluso sin arrepentimiento. Desde la cruz, gritó, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Nadie se arrepentía ese día. No leemos que la samaritana se arrepintió. Ella solo confesó su asombro de que Jesús supiera toda su historia, y no la rechazó. Jesús sanó a muchos inválidos, que se consideraban pecadores debido a su enfermedad, y nunca les pidió que se arrepintieran o incluso creyeran.

       Jesús avergonzó al grupo de hombres que acusaban a una mujer atrapada en adulterio hasta que abandonaran la escena. Él le dijo que no la condenaba, y le urgía que no siguiera degradando su vida al entregar su cuerpo así. Jesús abrió los ojos a un ciego sin pedir arrepentimiento. La única pregunta de sus propios discípulos era si eran sus padres o él los que habían pecado. Ellos “sabían” que su ceguera se debía al pecado. Cuando Jesús actuó así, enfureció a los líderes religiosos. Es lo que los llevó a arrestar y finalmente matarlo. El error de ellos sobre el pecado fue que no aceptaban la enseñanza de Jesús sobre el perdón del pecado.

       En segundo lugar, el mundo se equivoca acerca de la rectitud o la justicia. Cree que la justicia consiste en mantener las cosas bajo control. Mantener el concepto oficial de la ley – muchas veces llamada la ley y el orden – es la mejor manera de hacerlo. La ironía es que Dios llama a este deseo por el control pecado de en lugar de la justicia. Sin ella, ni la ética secular ni la religión organizada pueden sobrevivir. Los seres humanos buscan estructura para sus vidas. Quieren saber las reglas. Les da una sensación de seguridad, aunque sea falsa. La idea es, si sabes las reglas, sabes qué hacer. Tienes el control. Así es la religión que ofrecen muchas iglesias.

      Jesús, por otro lado, cree que actuamos con justicia cuando respondemos momento por momento, y persona por persona, guiados por el Espíritu. Por eso, Jesús pasó tanto tiempo orando: así recibía nuevas instrucciones. De esa manera, podía tomar más en serio la necesidad de cada persona de ser salvado de lo que la esclavizaba. Las autoridades pensaban que actuaban por justicia y santidad cuando mataron a Jesús. Por eso Jesús dijo: Están equivocados con la justicia porque voy al Padre y ya no me verán. La partida de Jesús mostró que su visión de la rectitud estaba equivocada. Jesús era el justo, a pesar de que, según la religión oficial, él dejó sin consecuencias a la gente en su pecado. No creo que Jesús haya querido empezar una nueva religión. Vino porque Dios miró a este planeta, y lo amó.

       Por último, el error del mundo sobre el juicio es que cree que funciona como una amenaza que motiva a la gente a comportarse bien. Jesús está en completo desacuerdo con esa perspectiva. Para Jesús, él que ha sido juzgado es aquel que reina en este mundo, el que en otros lugares se llama Satanás, el acusador. Este es quien se ha condenado. Por eso, Jesús quiso liberar a la gente a vivir en la gracia de Dios sin tener que oír las acusaciones de él que había controlado su pensamiento y conducta hasta ese momento. Mucha gente cree que son culpables de algo, y merece juicio. La voz del acusador es muy fuerte en ellos. Lo que menos necesitan es recibir más juicio. Por eso se mantienen alejados de la iglesia, no porque no anhelan el amor de Dios. Jesús libera a la gente del acusador. ¡Jesús ha juzgado al juez! El Acusador ha sido condenado; el Abogado lo ha sustituido. El error de muchos no es negar el juicio, sino pensar que Dios todavía los condena, que están bajo juicio.

       ¡Qué gran transformación hay disponible en Pentecostés si la podemos recibir! Al contrario de lo que creen muchos, el camino hacia la libertad no se logra revolcándose en el pecado; se trata de conocer el perdón. El camino hacia la paz no es un falso orden en el que las leyes antiguas definen de una vez por todas quiénes son los aceptados y quienes son los rechazados; es escuchar al Espíritu traer compasión momento a momento. El camino hacia la sanidad no es el juicio; es recibir el apoyo de Aquel que viene a nuestro lado y dice que podemos enfrentar nuestra sombra y sobrevivir; podemos enfrentar nuestras heridas más profundas y ser sanados; y desde ese lugar de sanidad, podemos tender la mano con compasión a los demás y convertirnos en sus defensores. Donde está el Espíritu hay libertad, paz y sanidad. ¡Celebremos eso!